El siguiente paso en la búsqueda de edificios más sostenibles ya ha llegado. Bueno en realidad su semilla llegó en 2002, pero a veces las tendencias más innovadoras tardan un tiempo en encontrar una manera de abrirse camino.
Así, ahora parece que por fin es el momento para acoger una nueva revisión de la teoría del “Cradle to cradle” (de la cuna a la cuna), un método constructivo que -como tantos otros han hecho antes- se inspira en la Naturaleza para imitar su principio de renovación. Pero la perspectiva es un tanto singular. Digamos que en la Naturaleza no hay espacio para el reciclaje, la reutilización ni nada parecido. Todo muta y se va transformando de un estado a otro. Los residuos son materia prima y la materia es energía, recursos. Vamos, lo que en el Rey León llamarían “el ciclo de la vida”.
Una de las cosas curiosas de esa teoría es que fomenta una economía circular que no rechaza ni intenta evitar la tendencia consumista de nuestra sociedad. No importa consumir mucho si no estás generando residuos. Crear productos biodegradables o que se acaben transformando en un producto distinto es la clave.
Pero ¿cómo se traslada eso a un método constructivo para hacer casas o edificios? Pues básicamente imitando otra vez a la Naturaleza. Es decir, dando cobijo al micro-entorno, depurando sus aguas residuales y generando más energía de la que se consume. El resultado acostumbra a ser edificios con fachadas o cubiertas ajardinadas, construidos con materiales biodegradables o reutilizables, se alimentan de energías renovables…
Un buen ejemplo de esta filosofía es el edificio que alberga la nueva sede central de Groupe Atlantic España. La firma en la que se integra la marca de confort térmico Thermor. Un claro reflejo del compromiso de la marca con la sostenibilidad desde cualquier perspectiva.