Hasta inicios de 2020, cuando hablábamos de conciliación, lo primero que nos venía a la cabeza eran los horarios. A qué hora salen los peques del cole, cuántas horas trabajamos a la semana, permisos de maternidad, etc.
Pero con la pandemia, muchas familias tuvieron que adaptarse a un nuevo ritmo de vida en el que muchos miembros estaban en casa durante todo el día. Llegó el teletrabajo. Y nuestros hábitos cambiaron de manera más que notoria; quizás para siempre.
La realidad se ha transformado para poner de manifiesto la importancia de la conciliación entre la vida laboral y la vida personal. Pero hemos aprendido que conciliar también es convivir mejor. Respetando nuestros espacios personales y compartiendo los espacios comunes de manera ordenada y participativa. ¿Cómo hacerlo? A nosotros se nos ocurre resumirlo en cuatro palabras:
Compartir
Tu casa es un espacio compartido en el que toda la familia se debe interrelacionar lo más cómodamente posible. Por eso está bien pensar en menos tabiques y en más espacios abiertos. En el pasado, construíamos paredes para mejorar la eficiencia térmica de cada habitación y ahorrar en consumo energético. Pero las estufas están quedando atrás y las nuevas tecnologías como la aerotermia, los suelos radiantes, los radiadores de baja temperatura y los aislamientos de los hogares han evolucionado muchísimo. Por fin podemos eliminar separaciones sin que eso afecte a nuestro ahorro energético. Así que abramos la cocina al comedor (por ejemplo). Y disfrutemos de espacios más amplios en los que varios miembros puedan cocinar mientras interactúan con parte de la familia que está poniendo la mesa.
Colaborar
Conciliar es también arrimar el hombro de manera común. Por eso es importante interconectar espacios de lavado o plancha, hacerlos de fácil acceso y procurar que todas las estancias sean sencillas de limpiar.
Y, si podemos, abramos una línea visual entre zonas de trabajo como la zona de lavado o plancha y la zona de juegos o la sala. Así podremos doblar ropa mientras los más pequeños juegan sin perder el contacto.
Disfrutar
Para asegurarnos de que todos los miembros de la familia disfrutan de momentos de calidad en el hogar, cuando pensemos en nuestra casa debemos hacerlo con la máxima empatía posible. Mirarla con los ojos de los niños o de los abuelos. Buscar espacios de almacenaje para todos: bicis, libros, carritos de bebé… Y pensar en la accesibilidad que es básico. Todos debemos ser capaces de movernos como Pedro por su casa. Para ello está bien contemplar opciones como grifos accesibles para los peques (o banquetas), evitar desniveles u obstáculos en los que tropezar e iluminar bien todos los rincones: para las personas mayores o con reducción visual, este punto es fundamental para sentirse confortable.
Concentrarse
Ya sea para trabajar, estudiar, leer o escuchar música, a todos nos gusta de vez en cuando tener nuestro rincón personal. Un espacio un poco aislado y tranquilo en el que nos sintamos a salvo del mundanal ruido y en el que poder concentrarnos de manera especial. No siempre es fácil tener uno para cada miembro de la familia. Pero se puede habilitar un mismo espacio que compartir entre varios miembros durante espacios de tiempo consensuados.
Evidentemente, no es imprescindible cumplir con cada punto de este artículo. De hecho, nuestro consejo es que lo adaptes a tu situación personal. Como dijo aquel, cada casa es un mundo. Pero lo que sí nos parece importante es mantener la guardia alta para ir adaptando nuestras soluciones de distribución del hogar a las necesidades de la familia. Seguro que dentro de unos años tus prioridades habrán cambiado algo. Y lo mismo pasará con la del resto de los habitantes de tu casa.