La lucha por recuperar la capa de ozono.
Un ejemplo de lo que podemos hacer.

Han pasado casi  50 años desde que en 1974 los científicos dieron la alarma sobre cómo los gases CFC estaban afectando a la capa de ozono. Hoy, según la ONU, el agujero que se generó en la Antártida está mostrando sus primeros signos de recuperación y podría volver a su estado previo a los años 70 en 2066. Aunque puede que en la próxima década ya empecemos a notar los efectos de esa recuperación y que, de manera tangencial, nos ayude para empezar a poner freno al cambio climático. Este éxito es sin duda una consecuencia evidente del protocolo de Montreal que, desde 1987, puso en marcha un acuerdo para dejar de utilizar productos con gases CFC. El problema es que ese tipo de gases y los componentes que generan tardan unos 100 años en desaparecer de la atmósfera, por eso la reacción a las medidas tomadas en Montreal va llegando poco a poco.

“Que la recuperación del ozono vaya por buen camino, según el último informe cuatrienal, es una noticia fantástica. El impacto que ha tenido el Protocolo de Montreal en la mitigación del cambio climático no se puede exagerar. En los últimos 35 años, el Protocolo se ha convertido en un verdadero defensor del medio ambiente”, dijo Meg Seki, Secretaria Ejecutiva de la Secretaría del Ozono del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Ahora toca acabar con el efecto invernadero y reducir urgentemente las emisiones de dióxido de carbono. Según el último informe de emisiones de la ONU, nuestra ventana de oportunidad para frenar el cambio climático se está cerrando: debemos tomar medidas urgentes para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y reducir las emisiones en un 45 por ciento en la próxima década. Y esta vez es un poco más complicado que en los 80. Acabar con los gases CFC afectó a todo un sector industrial, pero para reducir las emisiones de CO₂ necesitamos un cambio de paradigma que implique dejar de utilizar combustibles fósiles en nuestro día a día. Es más complicado pero no imposible. Existen soluciones para transformar la realidad de nuestro consumo, pero ahora es el momento de la acción colectiva y multilateral. Debemos ser más ambiciosos y no conformarnos con el cumplimiento de los compromisos alcanzados a nivel internacional porque, incluso cumpliéndolos, solo reduciremos un poco la aceleración del calentamiento global. Es decir, cumpliendo con lo prometido hasta ahora, tan solo conseguiremos que el incremento de la temperatura del planeta se contenga y aumente cerca de 2,5 °C para finales de siglo.

Como nota positiva vale la pena destacar la creciente actividad internacional para tomar nuevos acuerdos y cerrar más y mejores compromisos. En este resumen de la UNEP (la sección de Naciones Unidas para la protección del medio ambiente) podéis ver todo lo que nos ha dejado 2022 y lo que se prevé para 2023.

El camino es complejo, pero por lo menos sabemos cuál es. Debemos apostar por las energías renovables y la eficiencia energética, combatir la deforestación y conseguir un cambio real de hábitos como utilizar el transporte público o reducir nuestra huella de carbono son factores clave. Si quieres saber más sobre todo lo que podemos hacer como individuos para frenar el cambio climático, consulta la campaña “actua ahora”.


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